La Repisa Nintendo, Los videojuegos y yo: La Game & Watch
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Los videojuegos y yo: La Game & Watch

Por AXELBASS

Es difícil comenzar esta especie de relato-columna, pero sin lugar a dudas, a mis actuales (y decentes) 34 años de edad, puedo decir con propiedad, que los videojuegos me han acompañado, a veces de forma persistente, durante toda mi vida. Quiero dejar claro que no soy un “vicioso”, que es un término que en los 80s se le decía a todos los jóvenes que acostumbraban a pasar tardes enteras en las Arcades o locales de “maquinas”. No soy un “gamer” profesional ni nada de ello, solo un tipo que disfruta de los juegos de video y ha dejado un espacio en su vida para poder seguir disfrutándolos y enterándome acerca de ellos, aún con empleo exigente, feliz matrimonio, el orgullo de tener hijos, etc.

A lo que nos concierne, mi vida con los clásicos. La culpa de todo el párrafo anterior es de mi propio padre. Un día llegó a casa, previa visita al Persa Bio-Bio, que es una popular feria libre de la cuidad de Santiago, donde encuentras de todo… ¡DE TODO! Y llegó con una Game & Watch de Donkey Kong, esta misma:

Solo imaginen a un niño de entre 7 y 8 años, con una consola portátil de Nintendo en sus manos en el año 1986… ¡Era la gloria! ¿Y saben algo?, jugaba en las mañanas, antes de irme al colegio, esperaba que las clases pasaran lo más rápido posible y regresar a casa… e incluso en el momento íntimo de “entrar al baño” me aseguraba de llevar conmigo la portátil. 

Todos estos esfuerzos para jugar y perderme en esos sonidos (pitidos en realidad), esos gráficos monocromáticos y rescatar a Pauline de las manos del villano gorila.

La gracia era eludir los barriles saltándolos, llegar al último piso, subir una palanca y luego sacar los 5 ganchos que sostenían a Donkey y botarlo al vacio, para luego quedarte con la princesa de turno, aunque ni siquiera se acercasen ambos personajes… ¡Jaja! Eran otros tiempos.

La parte triste de la historia es que, hasta mi padre se hizo adicto al juego, así que, a las 8:00 pm., cuando el llegaba del trabajo, nadie podía jugar más que él. Esa dificultad extra sumada a que con mi hermano mayor, realizábamos una serie de concursos y sorteos para quedarnos con la Game & Watch por un día entero, a veces hasta peleas se generaban, cosas de la infancia que se reparaban con otros gestos fraternos como canjear el postre, compartir unas revistas o ver “monitos” en conjunto… ¿Ya dije que eran otros tiempos?. 

Toda esa dinámica duraba hasta que papá usara su poder dictatorial y nos mandase a hacer las tareas, mientras el disfrutaba de la portátil por horas. La escena de ver a mi padre en el living de la casa y yo asomando solo la cabeza para, mediante los pitidos, saber que hacia ha sido una imagen imborrable en mi mente.

Finalmente, la Game & Watch dio todo de sí para nuestra familia y decidió un día dejar de funcionar, comenzó borrándose la pantalla superior completamente, y yo con un marcador intenté dibujar el escenario. Mediante los pitidos, de memoria y con una inocencia absoluta  “terminábamos” el juego. Al poco tiempo se borró también la de abajo, ya ni los marcadores servían. Mi padre la llevo a cuanto centro de reparación de electrodomésticos existían en esa época, y todos respondían lo mismo… “No tiene arreglo, cómprese otra”.

Solo debo agradecer por esos tiempos de infancia tan magníficos y a Nintendo. Al poco tiempo de que mi padre trajese “la portátil” emergieron algunas otras de mis vecinos, era un agrado juntarse a conversar de las consolas y pasar el tiempo así, con las “Noentiendo” en mano. Puerilmente, con mis amigos y familia le decíamos así a la marca, sin saber que era el inicio de toda una vida junto a los videojuegos.

¡Saludos!
-AXELBASS

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